lunes, julio 16, 2007
Agualuz
Me sumerjo en el agua caliente, tibia por el frío.
El agua humea.
La penumbra se ilumina apenas con la luz de tres velas turquesa.
He echado en el agua sal marina gruesa, bicarbonato y aceite de durazno.
Me dejo ir en el agua, escuchando los sonidos de los delfines.
Cierro los ojos y me veo siendo una mujer durante el día, un delfín durante la noche, nadando hacia la claridad de la luna llena sobre el agua. Una silueta emerge del mar y se recorta sobre un círculo de luz.
El viento nocturno apaga una de las velas, se esparce un olor suave a cumpleaños. Eli pide un deseo que nadie imagina...
Al sacar mi cuerpo del agua, mi cabeza roza las hojas del helecho que cuelga. Junto al mar, crece una selva.
Ahora cae sobre mi cuerpo una cascada caliente, agua de géiser, mis poros se dilatan y reciben el agua que alisa mi piel y diluye mis pensamientos, quietos y agazapados como flores sobre la hierba.
Me envuelvo en una toalla, turquesa y verde jade al mismo tiempo. Me envuelvo y corro a escribir. La toalla me cubre como un poncho de agua.
Escribo: antiguamente se creía que príncipes y princesas, bajo el efecto de una bendita maldición, asumían la forma de un cisne, un ciervo, un águila...
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2 comentarios:
Tambien en sapos o en duendes de bosque, incluso cuenta la leyenda que puden convertise las princesas en bellas durmientes, y asi se queden en espera de principes en peligro de extincion, resguardadas en castillos de ilusion en una nube que se convierte en lluvia un dia cualquiera de mañana fresca, asi la princesa regresa a la realidad de la tristeza, a esperar un principe montado en caballo de ojalta, de vision perdida y con cara de sapo.
Las princesas esperan tanto tiempo a aquellos los principes de los suenos que no ven pasar dragones algo bien parecidos.
qué puedo decir...touchée, jeje
vienen medio miopes las princesas últimamente...unas lentes de contacto ahí!
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