A network cable is unplugged

Cuando baja la marea del ego, cuando cae de golpe la producción de esa fábrica de pequeños yo de hierro y dulce de leche, de rosas y zapatos afilados de moda, esos muñequitos ansiosos y deseosos que nos protegen del sinsentido, de echar una mirada al lecho vacío de agua donde apenas crecen unos matorrales...cuando eso pasa, aún trato de utilizar la escritura para comprender algo que seguramente escapa a los límites del lenguaje, a toda la concepción del mundo, a las miles de concepciones del mundo que coexisten de forma más o menos verosímil en mi cabeza. Adentro, una playa vacía.

No es triste. Nosotros inventamos la tristeza, inventamos la alegría. Inventamos todo este mundo de tergopol que parece tan sólido y real.

Yo escribí hace tiempo que aún no conozco los códigos del mundo. Estoy aquí de turista, pero esos turistas que a veces se quedan sin plata y terminan parando en un hotelucho cerca de la terminal, comiendo un paquete de galletitas express. Es parte del show.

encontrar una certeza, una sola

El pequeño muñequito de letras e imágenes se activa, se prende como una cañita voladora, allá va caminando como esos zapatitos a cuerda, diligente y presuroso, buscando una respuesta al malestar.

un sentido, uno solo, que no pueda ir between brackets

Son tiempos inquietos, pero nadie parece ver más allá de la capa de merengue más superficial de esa inquietud. Aún podemos tapar todo con fiestas, con bodas, con reuniones, con teatros, con cines, con palabras.

niños con ojos mantecosos

El muñequito se esfuerza en pulir, embellecer, encontrar la imagen que conmueva, que impresione, que haga sonreír. Toda su vida ha sido minuciosamente entrenado en esta misión extraña, y por momentos sumamente inútil, de contar la belleza triste y riente del mundo visto con sus ojos.

como un pedazo descosido de mí misma

Aquí estoy yo parada frente a una nada blanca y limpia que me mira. Lo que queda de mí cuando se saca la ironía y el deseo de agradar y lograr cosas mira a mis muñequitos con los cachetes colorados, agotados, resollando y ya casi sin recursos. Veo a mi muñequita-deseosa-de-ser-amada-feliz-y-exitosa subida unas sandalias plateadas, la veo arquear una sonrisa, tomar un canapé, guardar un anhelo, brillar ante la posibilidad de algo, hablar en inglés tratando de ser graciosa y locuaz. La veo actuando en la película de mi vida, haciendo berrinches porque la culpa es del director, que no le da las indicaciones adecuadas, o del guionista, que siempre cambia cosas a último momento. Y de pronto se apaga, enmudece por larguísimos minutos, de pronto ella se funde conmigo y espera, fuera de cuadro, que alguien diga corte de una vez.

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