El guardián en el cantero

- Disculpe, señorita, no puede estar acá.

- Por qué no? No le hago mal a nadie...solo quería comer una ensaladita y tocar un poquito del pasto que queda enmedio de esta caja de cemento donde vivimos...

- Mire, es que yo soy el cuidador del jardín...

- No, éso es un rol. No es usted. Pero bueno, está todo armado para que uno se confunda...

- Mire, yo no quiero tener problemas...

- Nadie quiere tener problemas. Pero no es malo tener problemas. Los problemas son oportunidades. Por ejemplo, yo en este momento, aquí sentada en el pasto que usted cuida, soy un problema para usted. Y si me viera como una posibilidad de aprendizaje...?

- El problema es que si yo le digo a usted que se quede, vienen otros chicos, me entiende? Le tengo que decir que sí a todo el mundo...

- Lo cual sería genial, no? Digo, esta cosa de que usted le diga sí a todo lo que aparece en su vida, en vez de resistirse o tratar de cambiarlo, por ahí le daría mucha más paz que estar luchando para tratar de hacer cumplir una ley que ni siquiera inventó y con la que capaz ni siquiera está de acuerdo...

- Bueno, mire, se puede quedar a terminar el almuerzo. Pero le pido que no deje me deje nada tirado...

- Yo respeto la naturaleza. Por ahí no respeto un cartel que diga “prohibido pisar el césped”, porque...realmente no los entiendo mucho. Cuál es el sentido de tener un jardín, si no es para que la gente lo disfrute? Es para que la gente lo vea de lejos, y diga, ah, qué lindo, qué bien cuidado? Y la verdad es que si usted tiene miedo de que estos chicos de familias católicas de mucho dinero que cursan acá en esta universidad no se preocupen en cuidarlo y dejen bolsas de plástico y chicles tirados...bueno, entonces es más bien un tema de cultura, de educación, no? Es un toque más complicado que tratar de mantener el pasto limpio, se da cuenta? Hay una cosa con esos valores políticamente correctos, y es que solo sirven para mantener un estado de las cosas donde nadie es libre, ni feliz. Ni siquiera estos chicos con mucha plata, fíjese; se les ve en la cara. Sólo tienen juguetes caros para olvidarse. Pero están unplugged de su amor, del amor hacia todo lo que los rodea,...porque ser libre no es tener plata y hacer lo que me dé la gana, esa es la versión banco galicia de la libertad...y no hay libertad adentro de la matrix. No se puede ser libre si uno no suelta la necesidad artificial de controlar las cosas, y sobre todo, si no se da cuenta de quién controla. Es genial el sistema porque ahora funciona desde adentro...no hace faltan que nos vigilen, nosotros nos vigilamos solitos con nuestras creencias, nuestras ideas y nuestros temores, y también nos encargamos de vigilar a otros...y no tenemos la menor idea de lo que pasa realmente.

- Mire, yo la verdad no sé, pero es mi trabajo, entiende?

- Claro. Por eso me voy a ir. Yo le digo todo esto que suena medio chino de onda, pero si sigo insistiendo ya es de pendeja insolente...digo, está bueno respetar el momento evolutivo de cada uno. Me voy por ahí a ver qué cosa hay a la vuelta de la esquina, adónde me lleva el Universo...ahora me está diciendo algo así como que es buena idea que suspenda esto del almuerzo campestre y vaya a ver qué onda. Está bueno soltar la expectativa, no? ...buen día y siga cuidando.

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Apreciado señor jardinero, lo telepateo para comentarle que encontré la razón. No, no el diario. Saliendo del jardín que usted cuida, me fui caminando en otra dirección. A mitad de camino sobre ese puentencito blanco modernoso que cruza el río me paré a mirar la luz del sol sobre el agua, moviéndose en olitas...sabe que, a pesar de que el río es marrón, y está contaminado y todo eso, se veía tan, pero tan hermoso en ese momento...los pedacitos de agua iluminada bailaban, se movían como si siguieran una canción, en sincronía...igual que nosotros. Gracias, muchas gracias. Sinceramente suya, la infractora.