miércoles, enero 10, 2007

Seis

El Claro de Luna de Debussy suena en una de las últimas escenas de una película de estafadores. Todos se van en silencio porque no queda más música para compartir. Cierran las cajas de sus instrumentos y se van a hacer otras vidas donde será preciso que esa noche en la fuente y todo lo demás sea olvidado.

La señora tenía el pelo blanco, un trajecito de esos a medida que usan las señoras mayores, también blanco, con flores rojas. Y zapatos blancos.

No puedo recordar si la vi en algún lado, si la imaginé o la soñé tal vez.

Tal vez soy yo. Seguramente seré una de esas viejas que combinan los zapatos con la cartera, el esmalte de uñas con el lápiz de labios, el audífono con el tono de piel.

La abuela esperaba.

Si la muerte está al caer, que me encuentre bien vestida.

Tengo miedo de que me falle la memoria, de recordar viejos amores y no saber bien cuándo los viví, si los imaginé o los soñé.

Es por eso que los viejos lagrimean a veces, a escondidas, sobre sus pañuelitos de percal.

Cuando afuera las paredes se mojan como la piel de los peces.

Recuerdo un olor suave y soleado a mandarina.

Cierta vez nos escampamos del colegio a la mañana. Ahí ya era más grande, acababa de empezar el bachillerato. Fuimos al parque de la Ciudadela. En las mañanas despejadas el pasto aparecía lleno de magnolias. O era sólo un deseo, porque el perfume de las magnolias es un momento escondido en el fondo de un aljibe, sigue abriéndose blanco con las mismas lágrimas de hace cientos de años. En días de semana, los parques guardan abuelos que miran los días. Se sientan bajo los magnolios y dejan que la tarde de agua se escurra en sus manos, para que los niños la beban y jueguen. Para que la escupan, la destrocen, la sueñen. Ese día alquilamos botes para andar por el lago. Una mañana nublada. Seguimos remando y riendo en ese lago, moviéndonos en círculos inciertos y haciendo chistes porque remamos tan mal que podríamos hundirnos, y debe ser asqueroso tener que nadar en el lago verdoso, lleno de algas. Después nos acordamos de los profesores, y los ponemos a remar por parejas, y llegamos a la conclusión de que ellos también se hundirían fácilmente, a pesar del latín y las fórmulas matemáticas.

Hay momentos en que se sabe que las cosas no están sueltas. Continúan como perlas interminables: donde el hilo se rompe lo continúa un sueño. Pensamos que los sueños no tienen mayor importancia.

Así es como a veces aparecemos en mitad de un instante que tiene sabor a otro, y el olor a fin de lluvia nos recuerda que en otro tiempo vivimos en un piso alto, un edificio de ladrillo con el balcón soleado y un toldo verde, desde donde mirábamos la placidez de las nubes. Allí estábamos por siempre a salvo, tan sólo con mirar.

No es posible acceder a ese tiempo: es algo que aún no llega.

Pero la sensación es tan agradable, una felicidad suave de tanta mansedumbre, donde no se desea nada más, donde no se extraña nada tampoco, y sin embargo no hay nada de lo que hoy se conoce.

En Navidad a lo lejos, las carnes huelen a naranja y ananá, clavo de olor y pimienta. Se cuecen lentamente en una dulzura insospechada, llena de guirnaldas de plata. La abuela me enseñó a pasar el dedo por la llama de la vela rápidamente, para no quemarme. Yo ponía la mesa, con las servilletas con dibujos de papanoeles, encendía el arbolito y me quedaba mirándolo por horas.

Afuera relampaguea.

Soñé también que salvaba a una ardilla. Primero, la ardilla, que corría por la calle, era atropellada. Pero se levantaba y seguía corriendo. Entonces yo la levantaba e iba hasta un kiosco a comprarle un sandwich de jamón.

Zapatos negros empapados, chorreando.

También vi cómo me mirabas en sueños.

Panambí e Irupé eran dos niñas que se convirtieron en mariposas. Las alas tomaron el color de sus vestidos: blanco y frambuesa. Una de ellas flotaba sobre una gran hoja, la otra la llevaba.

Y vuelve a llover.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Si querés intentar armar un libro, escribime
D

José A. Sáinz dijo...

He entrsdo en tu blog por casualidad, porque he tecleado en google unas palabras con las que quería titular un libro de poemas. Me encanta el tono evocador y preciso de tus textos. Quizá no haya sido tan casual que google me haya dado la tuya como la única dirección. Enhorabuena. Te seguiré leyendo.

Eliana dijo...

la casualidad es la mejor razón para que algo suceda :)

qué palabras tecleaste, seré curiosa?

gracias por los elogios, sin duda tu libro de poemas debe ser merecedor de elogios también...

vos leeme, pero acordate de que yo también quiero leerte...

hace mucho que no actualizo el blog...en verdad, hay 32 capítulos escritos de disneyword, si mal no recuerdo..sólo sería cuestión de subirlos...

José A. Sáinz dijo...

Te animo a que subas los capítulos ya escritos de disneyword. Será un placer leerlos. El tema de la infancia -tantas veces idealizado, tantas veces falseado- me parece muy atractivo para ser tratado de forma literaria, para mirarlo de frente, sin falsedades y sin tragedias. (de momento yo no he sido capaz apenas de hacerlo)
(por cierto, estoy a la espera de un libro que he pedido y que no sé si conocerás: "El ratoncito feroz", un análisis del mundo disney).
Las palabras que tecleé fueron "en mitad de un instante". Tenía de hace algún tiempo tres libros muy diferentes que se me presentaron como una trilogía. El tercero, "Cartografía de los límites" puedes leerlo en badosa.com. Quería unificar los dos primeros, que son -creo, espero no ponerme pedante- una visión sobre el presente, más colectiva que individual; por lo menos el primero, "Mundo en marcha", de poemas en prosa; el otro, aún no sé muy bien qué es. Para acabar de rematar la pedantería, "Cartografía" vendría a ser una búsqueda ética -no premeditada-.
Perdona tanta palabrería. Si le echas un vistazo y te interesa, podemos intercambiar las direcciones de correo y maltratarnos con nuestros textos.

Eliana dijo...

Gracias, Jazzadiez, por animarte a seguir comentando y compartir tu opinión con nosotros..


Era exactamente la idea detrás del blog, generar una red donde todos opinamos y escribimos, no un espacio donde escribo yo sola...un monólogo es muy aburrido, y ya existe, aparte...creo que le llaman libro...jaja

Una de las razones por las que dejé de subir textos al blog, es porque sentí que no había logrado generar esa red y no sabía cómo hacerlo...la otra es porque no estaba muy segura de que estuvieran interesados en seguir leyendo mis textos, que para mí son más de lo mismo...

Pero tu comentario me hace ver una luz al final del túnel; creo que sí, que tiene sentido seguir con esto, y es por eso que, en un gesto de apertura, quiero compartir mi e-mail no sólo con vos, sino con todos los lecto-escritores (prefiereo denominarlos así):

elipsismail@gmail.com

No importa si es a través del blog o del mail, o de lo que fuera...lo importante es seguir conectados, que está buenísimo

beso enorme,
Eliana

José A. Sáinz dijo...

He vuelto a leer tus textos de Disneyword. Me parecen excelentes. Creo que inventas un género. No es poesía, ni relato, ni ensayo, ni memorias, pero participa de todos ellos. Es un género nuevo, híbrido. Y funciona perfectamente. Y no sólo por separado, sino en conjunto, gracias a los motivos recurrentes (la navidad, la infancia, la reflexión sobre el presente, la identidad femenina…), al perfecto dominio del lenguaje, al ritmo, a los tempos, … Un género nuevo y radicalmente moderno. De esa modernidad sólida, de peso, que apenas es notada. Perfecto en el equilibrio. Igual que en el tono: sentimental, íntimo, confesional, pero también intelectual, seco, surrealista. No es que se pueda afirmar que tiene destellos o que demuestra que hay un cierto talento detrás de todo ello. No. Es un producto literario redondo, perfecto. Pero por estar inclasificado, muchos no lo entenderán en su verdadera dimensión. Como todos los géneros nuevos, modernos o tal vez postmodernos, no sé si es único y muere con ese ciclo o es un punto de partida para indagar y construir otros ciclos diferentes, pero con el mismo tronco. No sé si es todo una visión personal deslumbrada o te parece que acierto. Intuyo que, como sucede con las verdaderas innovaciones, no salen por premeditación, sino por intuición y hasta es posible que incluso para ti haya pasado desapercibido.

Hasta para mí ha sido casi una especie de revelación. El haberlos leído, el poder intercambiar unas palabras contigo me resulta desde el punto de vista intelectual –y seguramente por ello, más tarde o más temprano también creativo- muy estimulante.
¿?
¿Qué más has escrito? ¿Me mandarías algo, Disneyword completo?
((Te mandé un email, pero no has respondido. No sé si te ha llegado realemte o si te has tomado un tiempo para leer y valorar mis textos o si no te han interesado :(

De todos modos, te copio un poema

El nombre preciso de una luz



Barcelona. Una tarde de domingo.
Habíamos asistido ya
a la quietud vigilante de los comercios
en las calles estrechas,
a las dudas de quien prolonga en el aperitivo
la resaca de la mañana tardía;
habíamos caminado en ese aire,
entre el puerto y la Plaza de Cataluña,
que deshace las multitudes,
como un jabón manoseado por el sol.
Habíamos renunciado casi
a tomar otras decisiones que la que los pies y la mirada
resolvieran por defecto en nuestro nombre.
Farolas apagadas y vistosas,
escaparates, plazas de piedra,
catedrales en obras, edificios ahora japoneses,
un cine con una fila decepcionante
para asistir a una proyección decepcionante,
museos cerrados,
eran las páginas del catálogo
que ilustraba el domingo entero,
todos los domingos de una Barcelona entrevista,
el domingo propio y ajeno de cuantos pisaban el suelo de la ciudad.
Había algo que perduraba aún
frente a la chocolatería de la otra rambla
en que desembocaba la pereza
después de resbalar por las baldosas pulidas del bulevar.

Había algo reconocible que se escapa del tiempo:
la falta de un destino apremiante,
el sosiego fallido de quien da por perdido
o por culminado el día, la semana,
todo lo que se aguarda y se eleva un último instante
en la canción sin sonidos de aquella luz precisa,
una pizca gris, y dorada, y remotamente azul,
y decididamente satinada:
Barcelona en una tarde de domingo.

jasadiez@hotmail.com

Eliana dijo...

Me impresiona muchísimo lo que decís. Básicamente porque, si yo misma tuviera que referirme a Disenyword, utilizaría esas mismas palabras (sacando lo de perfecto, claro....jaja)...es cierto que es un híbrido que participa de varios géneros, por eso cuando la gente me pregunta ¿Y qué escribís en el blog?, yo suelo contestar con puntos suspensivos. O digo: mirá, es como poesía, pero no, porque es en prosa, y se parece a un diario, pero tiene cosas ficticias, y también tiene reflexiones, tipo ensayo...y ahí el otro ya se mareó y se fue a leer el blog de Hernán Casciari

Así que viviste en Barcelona? Pero qué coincidencia...:) Tal vez por eso puedo apreciar mejor la belleza de tu poema...al leerlo, plum, catarata de recuerdos...más Disneyword...jaja

 
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