sábado, enero 26, 2008

Dungeons & Dragons

Hay un instante breve como una gota de agua donde me conecto con quien verdaderamente soy.

Creo que esto nos pasa a todos (espero, bah)...hasta que un buen día decidimos darle bola y nos animamos a pasar del otro lado del espejo de nuestra personalidad, hacia algo más profundo que está adormecido. Y ahí aparece la alegría...ahí todo tiene sentido. Y luego la gota resbala y desaparece.

Hay quien logra permanecer en ese lugar y poner fin al autoboicot...otros vamos y venimos, buscamos, dudadamos...tenemos que desarmar unos cuantos castillos de naipes antes de darnos el gran chapuzón. Y en eso estamos...

Llevar adentro una perla dormida, una luciérnaga inquieta y el ansia de liberarla para que brille con luz propia...

Combatimos al dragón porque no nos animamos a ser ese dragón. Esto es el principio de toda crítica y toda intolerancia, hacia nosotros y hacia el mundo.

Un día el niño miró al dragón a los ojos. El dragón de sus pesadillas. Y el dragón se desvaneció mientras los ojos del niño se llenaban de un fuego nuevo...luego el niño creció, se puso traje, se compró un auto y se dedicó a ganar dinero. Y una noche soñó que un dragón lo devoraba.

Bueno, esto es sólo un esbozo, pero se podría escribir algo con eso, no? Sí, trillado, puede ser. Se parece un poquitito a El abogado del Diablo...sólo que todos los personajes están adentro del bueno de Keanu.

Yo creo que esa alegría es el niño que se despierta otra vez, con los ojos brillando. Sí, ése que tenemos guardadito, el siempre curioso, el que no duda, el que se copa con los helados, los juegos nuevos (entiéndase, no los de la wii), los viajes, lo diferente, el que se aburre con las situaciones previsibles, la rutina y las aspiraciones pequeño hamburguesas.

Qué niño sabio...

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